El verano siempre ha sido considerado
como el momento de relax, disfrutar del calor y la playa o de largos paseos por
la montaña. Da igual cual sea el plan, el caso es disfrutar de los momentos de
vacaciones con los que soñamos durante todo el año.
Y estos días solo queremos
abandonar la rutina y disfrutar, disfrutar de los pequeños momentos que nos
ofrece el mundo cada día: una puesta de sol en la playa, una barbacoa con los
amigos o simplemente, el placer de saber que no necesitas un despertador cada
mañana.
Por eso, este mes de agosto, como
voy a estar yendo y viniendo, haciendo viajes y disfrutando del tiempo que paso
con personas que solo veo en estas fechas.
Volveré en septiembre con las pilas
cargadas y varias modificaciones en el blog que espero que os gusten.
Como despedida, os dejo este
poema de Francisco Brines Los Veranos:
¡Fueron largos y
ardientes los veranos!
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.
Nos sonaban las voces
encendidas de luna,
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasaba eternos, y éramos solo tiempo.
Se borraban los astros en el amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso y delicado se iniciaba el amor.
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasaba eternos, y éramos solo tiempo.
Se borraban los astros en el amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso y delicado se iniciaba el amor.
Hoy parece un engaño
que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!
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